Hoz y martillo

miércoles, 29 de febrero de 2012

biografias: Ho Chi Minh

(Nguyen That Thanh o Nguyen Ai Quoc) Líder revolucionario vietnamita (Hoang Tru, 1890 - Hanoi, 1969). Nacido en la Indochina francesa, emigró a la metrópoli en 1912. En París se convirtió en militante del partido socialista francés (SFIO). Cuando la Revolución rusa escindió a los socialistas de todo el mundo, se alineó con el grupo que fundó el Partido Comunista Francés (1920). Tras haber participado en actividades de la Internacional Comunista, se trasladó a China, donde organizó la Juventud Revolucionaria, reclutando entre los exiliados el núcleo humano necesario para impulsar una revolución anticolonial en Indochina (1924); sobre aquella base fundó más tarde el Partido Comunista Indochino (1930).
Condenado a muerte por las autoridades coloniales francesas, hubo de huir y refugiarse en la Unión Soviética (1931). En 1938 entró en contacto con Mao Zedong en China, desde donde pasó a Vietnam en 1941, para participar en la lucha contra Japón y contra la Francia de Vichy, en el marco de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Fue entonces cuando fundó el Vietminh (Liga para la Independencia de Vietnam). Tratando de formar un frente amplio tanto contra los japoneses como contra Francia, recabó el apoyo del dirigente nacionalista chino Chang Kai-shek, pero éste desconfió de él y le hizo apresar.
Liberado en 1943, tomó el mando de la insurrección nacional vietnamita contra los franceses, adoptando el nombre de guerra de Ho Chi Minh («el que ilumina»). En 1945 vio reconocida formalmente la independencia de la República Democrática de Vietnam, como parte de la estrategia japonesa para utilizar los nacionalismos asiáticos en contra de la presencia europea en la zona; pero, al terminar la guerra con la derrota del Japón, los vencedores decidieron en la Conferencia de Postdam dividir Vietnam en dos zonas, la República Democrática de Vietnam al norte, dominada por el Vietminh, y una zona de ocupación británica en el sur.
En 1946 Gran Bretaña entregó a Francia su zona de ocupación, coyuntura que aprovechó el gobierno francés para negarse a reconocer al nuevo Estado independiente del Norte e intentar recuperar por la fuerza el control de sus antiguas colonias de Indochina. El Vietminh hubo de sostener una nueva guerra, en la que contó con el apoyo de la Unión Soviética y de China, enfrentadas en el marco de la «guerra fría» contra el régimen conservador y prooccidental del emperador Bao Dai en el sur, al que apoyaban Francia y Estados Unidos.
La guerra se saldó con el triunfo del Vietminh tras la batalla de Dien Bien Phu (1954), que obligó a Francia a reconocer la existencia en Indochina de cuatro Estados independientes: Laos, Camboya, Vietnam del Sur y Vietnam del Norte, este último bajo gobierno de Ho Chi Minh. 
  (Nguyen That Thanh o Nguyen Ai Quoc) Líder revolucionario vietnamita (Hoang Tru, 1890 - Hanoi, 1969). Nacido en la Indochina francesa, emigró a la metrópoli en 1912. En París se convirtió en militante del partido socialista francés (SFIO). Cuando la Revolución rusa escindió a los socialistas de todo el mundo, se alineó con el grupo que fundó el Partido Comunista Francés (1920). Tras haber participado en actividades de la Internacional Comunista, se trasladó a China, donde organizó la Juventud Revolucionaria, reclutando entre los exiliados el núcleo humano necesario para impulsar una revolución anticolonial en Indochina (1924); sobre aquella base fundó más tarde el Partido Comunista Indochino (1930).
Condenado a muerte por las autoridades coloniales francesas, hubo de huir y refugiarse en la Unión Soviética (1931). En 1938 entró en contacto con Mao Zedong en China, desde donde pasó a Vietnam en 1941, para participar en la lucha contra Japón y contra la Francia de Vichy, en el marco de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Fue entonces cuando fundó el Vietminh (Liga para la Independencia de Vietnam). Tratando de formar un frente amplio tanto contra los japoneses como contra Francia, recabó el apoyo del dirigente nacionalista chino Chang Kai-shek, pero éste desconfió de él y le hizo apresar.
Liberado en 1943, tomó el mando de la insurrección nacional vietnamita contra los franceses, adoptando el nombre de guerra de Ho Chi Minh («el que ilumina»). En 1945 vio reconocida formalmente la independencia de la República Democrática de Vietnam, como parte de la estrategia japonesa para utilizar los nacionalismos asiáticos en contra de la presencia europea en la zona; pero, al terminar la guerra con la derrota del Japón, los vencedores decidieron en la Conferencia de Postdam dividir Vietnam en dos zonas, la República Democrática de Vietnam al norte, dominada por el Vietminh, y una zona de ocupación británica en el sur.
En 1946 Gran Bretaña entregó a Francia su zona de ocupación, coyuntura que aprovechó el gobierno francés para negarse a reconocer al nuevo Estado independiente del Norte e intentar recuperar por la fuerza el control de sus antiguas colonias de Indochina. El Vietminh hubo de sostener una nueva guerra, en la que contó con el apoyo de la Unión Soviética y de China, enfrentadas en el marco de la «guerra fría» contra el régimen conservador y prooccidental del emperador Bao Dai en el sur, al que apoyaban Francia y Estados Unidos.
Desde 1957, la insurrección masiva del campesinado contra el gobierno títere del sur hizo recaer el peso de la guerra sobre el ejército norteamericano, que utilizó su abrumadora superioridad en medios para masacrar cruelmente a la población civil, sin poder impedir la derrota final frente a la estrategia guerrillera del Vietcong. Desde 1968, el presidente norteamericano Johnson abrió negociaciones de paz con Vietnam del Norte, que se completarían bajo el mandato de Nixon.
Sin embargo, el líder y fundador del movimiento, Ho Chi Minh, murió antes del fin de la guerra, sin llegar a ver la retirada estadounidense (1973), el hundimiento militar de Vietnam del Sur (1975) y la reunificación del país bajo un régimen comunista (1976). En su honor, las autoridades vietnamitas pusieron el nombre de Ciudad Ho Chi Minh a la antigua capital de Vietnam del Sur, Saigón (1975).

viernes, 24 de febrero de 2012

Manifestaciones culturales de los pipiles

Algo muy importante es aprender sobre nuestros antepasados, por ello me pareció  importante escribir algo sobre la Cultura pipil, lo nuestro.
Esta vez me centraré en sus manifestaciones culturales.

 Los componentes básicos de la cultura pipil eran la lengua y la religión, además del canto, la música y la danza.
La religión que profesaban fue politeísta o sea que adoraban varios dioses.
Adoraban a TEOTL (el ser supremo). También adoraban al al sol con el nombre OMETECUTLI, que quiere decir ‘’Dos señores’’, es decir, que era macho y hembra  a la vez; por eso se había creado así mismo.
Al solo le llamaban también TONACATECUHTLI, que quiere decir ‘’señor que nos alimenta’’. Y a la tierra le llamaban TONACACIHUATL. Creían que de la unión del sol y la tierra nació QUETZALCOATL  o Venus vespertina y la luna a la que llamaban TEZCATLIPOCA, que significa ‘’espejo brillante que humea’’.
El mismo sol tenia otros nombres: TONATIUH al amanecer; TZONTEMOC al atardecer y MICTLANTECUTLI, cuando desaparecía en el horizonte.
Había sacerdotes encargados de dirigir el culto religioso.
El principal era llamado TECTI. Este se vestía con una túnica azul y llevaba en la cabeza una diadema y una mitra de plumas de quetzal, Al TECTI le seguía otro sacerdote llamado TEHUAMATUNI que era el hechicero o encargado de decir los agüeros y pronósticos.
Después de este, seguían otros cuatro llamados TEOPIXQUI. Usaban largas túnicas cada uno de distinto color.
Estos se encargaban de celebrar las ceremonias y de realizar los sacrificios.
Otros de los componentes culturales de los pipiles fueron sus juegos y sus bailes. De los juegos sobresalen el ‘’de la pelota’’ y el ‘’palo volador’’. El juego de pelota era el más popular. Además de ser una forma de diversión, era un rito religioso.
En el sitio arqueológico de Cihuatan se pueden apreciar todavía restos del campo del juego de la pelota.
El baile tenia también carácter religioso.
Tenían bailes relacionados con la cacería.
En ellos imitaban al animal que querían cazar, ejemplo: el baile del tigre y el venado, y el baile del tunco de monte.
Los bailes eran acompañados con instrumentos musicales sencillos, confeccionados por ellos mismos.
Entre estos instrumentos sobresalen el tambor o tun, hecho de madera hueca y de barro. En su extremo superior se le cubría con piel de venado. Los pitos y chirimías eran de carrizo de caña o de barro. Tenían además sonajas, conchas, caracoles marinos, la caramba y el teponahuaste.
De gran importancia eran las fiestas y ceremonias que celebraban a la entrada de la estación lluviosa.
Otra costumbre era la de enterrar a sus muertos con todas sus pertenencias que había tenido en su vida. Por ejemplo si era agricultor, lo enterraban con algunos instrumentos de labranza. Si había sido guerrero, lo enterraban con sus armas. Si el difunto era un niño lo enterraban con sus juguetes.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC


El 2 y 3 de diciembre de diciembre del presente año, se realizo en Caracas, Venezuela la I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La presente sirva para dar a conocer la importancia de la creación del primer organismo continental sin la presencia de EEUU y la ausencia de su servil gobierno salvadoreño, además de llevar el contenido de algunos de los documentos de la misma,
La CELAC es de gran importancia geopolítica para Venezuela –en esta oportunidad como sociedad anfitriona- y para los 33 países que la integrarían: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y Las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Digo esto haciendo un señalamiento directamente hacia El salvador dada la ausencia de nuestro presidente en la cumbre. En la mayoría de medios de comunicación local le restaron importancia a dicha cumbre, a la que asistió desde Dilma Rousseff presidenta de Brasil hasta el mismísimo presidente electo de Guatemala Otto Pérez Molina (un ex militar), dejando así atrás cualquier importancia en cuanto a lo ideológico. Al parecer el lamebotas de Funes no asistió para no disgustar a Obama.
La importancia del CELAC radica en que se trata de una apuesta por la unidad entre sociedades hermanadas bajo una historia de luchas independentistas, la pertenencia a un continente inmensamente rico en diversidad cultural, acervo político, recursos naturales e integrada por una población mayoritariamente joven. Igualmente, es importante en términos de los grandes desafíos porque reunió a países con profundas heterogeneidades de carácter estructural (rezago tecnológico, dependencia financiera, aparatos productivos dependientes del Estado o capital trasnacional, brecha digital, pobreza, desigualdades sociales y desigualdades en oportunidades para la ciudadanía), así como también sociedades diferentes entre sí por sus asimetrías económicas y déficits democráticos en cuanto a inclusión social y política.
Algo que merece la pena resaltar es que en esta comunidad recién creada todos los estados son iguales ante la declaración que firmaron, y la en la cumbre que la constituyo, todos mostraron interés en formar parte de la misma: ninguno mostró lo contrario, por ellos la creación de la CELAC fue por unanimidad.
Por el fin del bloqueo a Cuba, la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, y el fin de las bases norteamericanas en el continente.
 Entre los documentos firmados se destaca una declaración que expresa el “más enérgico rechazo” de la CELAC al bloqueo comercial de EEUU a Cuba, teniendo en cuenta que el mismo “causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano, y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas”. A lo que Raúl castro reacciono diciendo ante los demás mandatarios: “Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio. Las metrópolis coloniales de antaño y las potencias imperiales de hoy han sido enemigas de este empeño. Han intentado desafiar el ideario de Simón Bolívar”.
Otra de las declaraciones de gran importancia surgidas de la Cumbre de Caracas tiene que ver con la reivindicación de la soberanía Argentina sobre las Islas Malvinas. El documento consensuado llama a poner fin "a esta anacrónica situación colonial en suelo americano", amplificando posicionamientos anteriores menos conocidos a nivel continental: del Grupo de Río en 2010 -como sucedió en la Cumbre de Riviera Maya, México- y de UNASUR en Octubre pasado, en rechazo a la presencia militar británica en la isla.
Entre los desafíos a mediano plazo se mencionan los siguientes:
  1. Crear un diseño político-institucional flexible que sin generar una burocracia excesiva permita garantizar la materialización de los compromisos adquiridos hasta el momento.
  2. Promover un liderazgo compartido entre los representantes de los países miembros a fin de evitar el personalismo político y la vulnerabilidad institucional frente a las amenazas internas, los cambios gubernamentales  y la injerencia externa que como siempre estará al acecho.
  3. Generar un marco legal vinculante para todos los países con el propósito de ofrecer a la CELAC bases institucionales perdurables.
  4. Definir mecanismos e instancias de participación para las organizaciones sociales y movimientos populares de América Latina y el Caribe. En esta dimensión social es necesario considerar las fortalezas y debilidades del ALBA, MERCOSUR, UNASUR, CARICOM y la CAN.
  5. Estructurar un plan de trabajo de conocimiento público que permita realizar un seguimiento (contraloría social) a los avances, logros y reveses bajo la modalidad de un observatorio sobre la CELAC.
  6. Afianzar el compromiso político con los más pobres del continente para lo cual la dimensión social debe adquirir una supremacía frente a la dimensión económica, comercial y financiera. En este sentido, formular y ejecutar proyectos sociales que aborden las necesidades en materia de salud, educación, vivienda, alimentación, transporte, infraestructura, flujos migratorios (intra y extra regional), perspectiva de género, empleo productivo y alfabetización tecnológica para la inclusión en la sociedad del conocimiento.
La lucha por la reducción de la pobreza deberá continuar presente en la agenda de cada país y, especialmente, en los mecanismos de integración y en la naciente CELAC. El 29 de noviembre de 2011, la CEPAL dio a conocer la nueva edición de su libro Panorama Social de América Latina 2011. En este nuevo trabajo se indica: “Entre 1990 y 2010 la tasa de pobreza en América Latina se redujo 17 puntos porcentuales (de 48,4 % a 31,4 % de la población), mientras que la de indigencia bajó 10,3 puntos (de 22,6 % a 12,3 % de la población), por lo que ambos indicadores se sitúan en su nivel más bajo de los últimos 20 años… se estima que este año la tasa de pobreza caerá a 30,4 % de la población, mientras que la de indigencia subiría levemente a 12,8 %, debido a que el alza en los precios de los alimentos contrarrestaría el incremento previsto en los ingresos de los hogares. Esto significa que la región cerrará este año con 174 millones de habitantes en situación de pobreza, 73 millones de ellos en condiciones de pobreza extrema o indigencia. En 2010 se contabilizaron 177 millones de personas pobres, de los cuales 70 millones eran indigentes” (Portal Web CEPAL, 29/11/2011).
  1. Apostar por un modelo de desarrollo sostenible basado en el respeto a la naturaleza y las distintas especies que comparten su vida en la tierra junto a una amplia diversidad cultural de pueblos. Es por ello que el tratamiento del cambio climático debe convertirse en una prioridad.
  2. Promover una cultura de la paz que sin abandono de la seguridad y la defensa permita la coexistencia pacífica, solidaria, complementaria, respetuosa y la concertación política entre las naciones.
  3. Fortalecer la democracia, sus instituciones y generar procesos e instancias públicas para la participación ciudadana en los procesos de decisión y actuación.
  4. Propiciar el intercambio cultural, científico-técnico y académico para democratizar y afianzar saberes, estrechar vínculos interinstitucionales  y generar comunidades de aprendizaje sobre temas-problemas de interés compartido.
Se tratará, entonces, de que la CELAC logre una autonomía importante, y que pueda ganar peso específico aún dentro de aquellos países que siguen “dependiendo” –política y económicamente, a través de los aún vigentes TLC- de los EEUU. Caso de El salvador donde nuestro gobierno lejos de incorporarse al trabajo de la CELAC, a través de sus organizaciones y divulgar los documentos de la misma; se distancia cada día más de la región apuntando hacia un horizonte ajeno. Entregando su soberanía al imperio yankee, como el caso más reciente: el asocio para el crecimiento

lunes, 12 de diciembre de 2011

Biografias: Mao Tse-Tung

(Hunan, China, 1893 - Pekín, 1976) Político y estadista chino. Nacido en el seno de una familia de trabajadores rurales, en el medio donde transcurrió su infancia la educación escolar sólo era considerada útil en la medida en que pudiera ser aplicada a tareas como llevar registros y otras propias de la producción agrícola, por lo que a la edad de trece años Mao Tse-tung hubo de abandonar los estudios para dedicarse de lleno al trabajo en la granja familiar.
Sin embargo, el joven Mao dejó la casa paterna y entró en la Escuela de Magisterio en Changsha, donde comenzó a tomar contacto con el pensamiento occidental. Más tarde se enroló en el Ejército Nacionalista, en el que sirvió durante medio año, tras lo cual regresó a Changsha y fue nombrado director de una escuela primaria. Más adelante trabajó en la Universidad de Pekín como bibliotecario ayudante y leyó, entre otros, a Bakunin y Kropotkin, además de tomar contacto con dos hombres clave de la que habría de ser la revolución socialista china : Li Dazhao y Chen Duxiu.


Mao Tse-tung
El 4 de mayo de 1919 estalló en Pekín la revuelta estudiantil contra Japón, en la que Mao Tse-tung tomó parte activa. En 1921 participó en la creación del Partido Comunista, y dos años más tarde, al formar el partido una alianza con el Partido Nacionalista, Mao quedó como responsable de organización. De regreso en su Hunan natal, entendió que el sufrimiento de los campesinos era la fuerza que debía promover el cambio social en el país, idea que expresó en Encuesta sobre el movimiento campesino en Hunan.
Sin embargo, la alianza con los nacionalistas se quebró, los comunistas y sus instituciones fueron diezmados y la rebelión campesina, reprimida; junto a un numeroso contingente de campesinos, Mao huyó a la región montañosa de Jiangxi, desde donde dirigió una guerra de guerrillas contra Jiang Jieshi, jefe de sus antiguos aliados. El Ejército Rojo, nombre dado a las milicias del Partido Comunista, logró ocupar alternativamente distintas regiones rurales del país.
En 1930, la primera esposa de Mao fue asesinada por los nacionalistas, tras lo cual contrajo nuevo matrimonio con He Zizhen. Al año siguiente se autoproclamó la nueva República Soviética de China, de la que Mao fue elegido presidente, y desafió al comité de su partido a abandonar la burocracia de la política urbana y centrar su atención en el campesinado.

Pese a las victorias de Mao en la primera época de la guerra civil, en 1934 Jiang Jieshi consiguió cercar a las tropas del Ejército Rojo, tras lo cual Mao emprendió la que se conoció como la Larga Marcha, desde Jiangxi hasta el noroeste chino. Entre tanto, los japoneses habían invadido el norte del país, lo que motivó una nueva alianza entre comunistas y nacionalistas para enfrentarse al enemigo común.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se reanudó la guerra civil, con la victoria progresiva de los comunistas. El 1 de octubre de 1949 se proclamó oficialmente la República Popular de China, con Mao Tse-tung como presidente. Si bien al principio siguió el modelo soviético para la instauración de una república socialista, con el tiempo fue introduciendo importantes cambios, como el de dar más importancia a la agricultura que a la industria pesada.
A partir de 1959, dejó su cargo como presidente chino, aunque conservó la presidencia del partido. Desde este cargo promovió una campaña de educación socialista, en la que destacó la participación popular masiva como única forma de lograr un verdadero socialismo. Durante este período, conocido como la Revolución Cultural Proletaria, Mao logró desarticular y luego reorganizar el partido gracias a la participación de la juventud, a través de la Guardia Roja. Su filosofía política como estadista quedó reflejada en su libro Los pensamientos del presidente Mao.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Biografias: Stalin

 Stalin (1879-1953), político soviético de origen georgiano, moldeó los rasgos que caracterizaron al régimen de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS), Estado del que fue su máximo dirigente (1929-1953), y configuró más que ningún otro gobernante la Europa posterior a la II Guerra Mundial.
    Iósiv Visariónovich Dzhugachvili (su verdadero nombre y que 1910 adoptó el apodo de Stalin, que en español significa "Acero") nació el 21 de diciembre de 1879, en Gori (Georgia). Sus padres eran campesinos georgianos y no hablaban ruso, pero Stalin fue obligado a aprenderlo cuando asistió a la escuela religiosa de Gori (1888-1894), centro en el que obtuvo una beca para acudir al seminario ortodoxo de la capital georgiana, Tbilisi.
    Mientras estudiaba teología, Stalin leyó, entre otras obras, Das Kapital (El Capital) de Karl Marx y pronto adoptó el marxismo ruso como forma de pensamiento. Fue expulsado del seminario en diciembre de 1899, días antes de cumplir 20 años de edad.
    Se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1899 y actuó como propagandista entre los trabajadores de los ferrocarriles de Tbilisi. La policía le detuvo en 1902. Arrestado en Batum, estuvo más de un año en prisión antes de ser exiliado a Siberia, de donde escapó en 1904. Fue la primera de las ocho detenciones que sufrió bajo el régimen zarista; la última se produjo en 1913 y duró hasta 1917.
    A su regreso de Siberia en 1904 Stalin se casó con Yekaterina Svanidze, que murió en 1910. Su segunda esposa, Nadezhda Alliluyeva, con la que había contraído matrimonio en el año 1919, se suicidó en 1932.
    Durante los últimos años del régimen zarista (1905-1917) Stalin apoyó siempre a la facción bolchevique del partido, pero su contribución fue más pragmática que teórica. Así, en 1907, ayudó a organizar un atraco a un banco de Tbilisi para "expropiar" sumas de dinero. Lenin le nombró en 1912 miembro del Comité Central del partido. Al año siguiente, editó, por poco tiempo, el recién creado periódico del partido, Pravda (Verdad) y, a petición de Lenin, escribió su primera gran obra, El marxismo y la cuestión nacional. Sin embargo, antes de que se publicara (1914), fue deportado a Siberia.
    Tras la revolución de marzo de 1917 (febrero según el calendario juliano), Stalin regresó a San Petersburgo, donde reanudó la publicación de Pravda. Junto a Liev Kámenev, controló las decisiones del partido en la capital antes del regreso de Lenin en abril. Ambos propugnaron una política de moderación y cooperación con el gobierno provisional.
    Dada su categoría de bolchevique experto en nacionalismo, Lenin le escogió como comisario del pueblo para las Nacionalidades tras la revolución de noviembre (octubre según el calendario juliano). Junto a Yákov Mijáilovich Sverdlov y Liev Trotski, asesoró a Lenin durante los primeros y difíciles momentos de la guerra civil que siguió a la Revolución Rusa. Stalin participó en esa guerra como comandante en varios frentes. Reforzó su posición en el seno del partido por su obstinado trabajo de organización y dedicación a las tareas administrativas del mismo. Fue comisario del pueblo para el Control del Estado entre los años 1919 y 1923, y, lo más importante, se convirtió en secretario general del partido en 1922. Desde entonces surgieron las diferencias de opinión con Lenin, el cual en su testamento político aconsejó el cese como secretario general de Stalin, por lo que éste ocultó dicho documento.
    Tras la muerte de Lenin, Stalin se unió a Grígori Zinóviev y a Kámenev para, los tres juntos, gobernar el país. Con esos aliados temporales, Stalin actuó contra su gran rival Trotski, principal candidato para suceder a Lenin y cuya teoría de la revolución permanente contrastaba con la opinión del triunvirato que defendía "la construcción del socialismo en un sólo país". Una vez eliminada la amenaza de Trotski, Stalin giró de nuevo, alineándose con Nikolái Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov en contra de sus antiguos compañeros. En respuesta, Trotski, Zinóviev y Kámenev desafiaron la autoridad de Stalin al considerase como la "oposición de izquierdas". Stalin venció a todos sus rivales gracias a una hábil manipulación y utilización de los órganos del partido y del Estado, y en 1929, ya había consolidado su posición como reconocido sucesor de Lenin y reforzado su poder como líder único de la Unión Soviética.
    Ante el descenso de la productividad agraria a finales de la década de 1920, Stalin reaccionó con el abandono de la NEP (Nueva Política Económica) y el inicio en 1929 de un programa de colectivización acelerada, dirigida contra los kulaks (campesinos propietarios). Millones de kulaks fueron deportados y miles de ellos murieron durante la aplicación de esta política que fue especialmente dura en regiones como Ucrania. El proceso de industrialización desarrollado durante la década de 1930 tuvo mucho más éxito. Elevó a la atrasada URSS al nivel de otras potencias industriales.
    A mediados de la década de 1930 Stalin inició una gran campaña de terror político. Las purgas, los arrestos y las deportaciones a los campos de trabajo afectaron a gran parte de la población de la URSS. Sus antiguos rivales, Zinóviev, Kámenev y Bujarin admitieron durante una serie de juicios multitudinarios y con muy pocas garantías las acusaciones de crímenes contra el Estado y fueron condenados a muerte. Un número indeterminado de dirigentes del partido y del Ejército desaparecieron durante este periodo, lo que despejó el camino a una nueva generación en la que se encontraban futuros dirigentes como Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev. La dictadura del proletariado se había convertido en la dictadura de la burocracia del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del propio Stalin; el temor inspirado por la policía secreta política formaba parte esencial del régimen.
    Pese al Pacto Germano-soviético de 1939, las tropas alemanas invadieron la Unión Soviética en junio de 1941 durante la II Guerra Mundial. El Ejército soviético (el Ejército Rojo) se encontraba muy debilitado por las purgas políticas de la década de 1930. Stalin dirigió personalmente la guerra contra la Alemania nazi y, tras la victoria soviética en la batalla de Stalingrado, se convirtió en uno de los líderes mundiales.
    Stalin participó en las conferencias de Teherán (1943), Yalta (1945) y Potsdam (1945), en las que logró el reconocimiento internacional de una esfera de influencia soviética en la Europa del Este. Acabada la guerra, extendió el dominio comunista sobre la mayor parte de los países liberados por el Ejército soviético, en los que se establecieron las denominadas democracias populares, uno de los elementos que propició el inicio de la Guerra fría. En enero de 1953 ordenó la detención de numerosos doctores en medicina de Moscú, principalmente judíos, acusándoles de asesinatos médicos y de conspiración contra el Estado. El llamado "complot de las blusas blancas" parecía presagiar una nueva purga, que sólo evitó el repentino fallecimiento de Stalin el 5 de marzo de 1953 en Moscú.
    Stalin ha pasado de ser considerado un mito del socialismo internacional a estar incluido en la nómina de dictadores irracionales del siglo XX. No en vano se conoce como estalinismo al régimen político caracterizado por el rígido autoritarismo comunista. Tres años después de su muerte, el XX Congreso del PCUS denunció a Stalin y comenzó el denominado proceso de desestalinización.

Biografias: Federico Hengels

Les dejo esta breve biografía de Federico Engels hecha, nuevamente, por Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) en Otoño de 1895.
El 5 de agosto de 1895 falleció en Londres Federico Engels. Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable sabio y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en una obra común. Y así, para comprender lo que Federico Engels ha hecho para el proletariado, es necesario comprender claramente la importancia de la doctrina y actividad de Marx en pro del desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera con sus reivindicaciones surge necesariamente del sistema económico actual, que, con la burguesía, crea inevitablemente y organiza al proletariado. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan no por los esfuerzos bien intencionados de algunas que otras nobles personalidades, sino por medio de la lucha de clase del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en dejar sentado en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, la sucesión en el dominio y en las victorias de unas clases sociales sobre otras. Y esto ha de continuar hasta que no desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que estas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clase consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.

Estos conceptos de Marx y de Engels los ha hecho suyos en nuestros días todo el proletariado en lucha por su emancipación.
Pero cuando los dos amigos, en la década de 1840, participaban en la literatura socialista y en los movimientos sociales de aquel tiempo, estos puntos de vista eran completamente nuevos. A la sazón había muchos hombres con talento y otros sin talento, muchos honrados y otros deshonestos, que, en el ardor de la lucha por la libertad política, en la lucha contra la autocracia de los monarcas, de la policía y del clero, no percibían el antagonismo existente entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Estos hombres ni siquiera admitían la idea de que los obreros actuasen como una fuerza social independiente. Por otra parte, ha habido muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bastaba tan sólo convencer a los gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente para que resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban con un socialismo que triunfara sin lucha. Finalmente, casi todos los socialistas de ajena época y, en general, los amigos de la clase obrera no veían en el proletariado más que una llaga y contemplaban con horror cómo, a la par que crecía la industria, crecía también esta llaga. Por eso todos ellos pensaban en el modo de detener el desarrollo de la industria y del proletariado, de parar “el carro de la historia”. Contrariamente al temor general ante el desarrollo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en el continuo crecimiento numérico de éste. Cuantos más proletarios haya tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria y tanto más próximo y posible será el socialismo. De expresar en pocas palabras los méritos de Marx y Engels ante la clase obrera, podría decirse que enseñaron a la clase obrera a tener conocimiento y conciencia de sí misma y sustituyeron los ensueños por la ciencia.
He aquí por qué el nombre y la vida de Engels deben ser conocidos de todo obrero; he aquí el motivo de que insertemos en nuestra recopilación, que, como todo lo que editamos, tiene por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros rusos, un esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo.
Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabricante. En 1838, Engels, por motivos familiares, se vio obligado, antes de terminar el liceo, a colocarse como dependiente en una casa de comercio de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de su capacitación científica y política. Siendo todavía alumno del liceo, Engels llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios gubernamentales. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época, en la filosofía alemana predominaba la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del Estado autocrático prusiano, a cuyo servicio se hallaba en calidad de profesor de la Universidad de Berlín, la doctrina de Hegel era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de ésta y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual en el mundo transcurre un proceso constante de cambio y desarrollo, indujeron a los discípulos del profesor berlinés que no querían resignarse a la realidad a la idea de que también la lucha contra la realidad, la lucha contra la injusticia existente y el mal reinante tiene sus raíces en la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo en el mundo se desarrolla, si unas instituciones sustituyen a otras, ¿por qué han de perdurar eternamente la autocracia del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una minoría insignificante a expensas de la enorme mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel hablaba del desarrollo del espíritu y de las ideas: era una filosofía idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el desarrollo de la naturaleza, el del hombre y el de las relaciones entre los hombres, el de las relaciones sociales. Marx y Engels, conservando la idea de Hegel del perpetuo proceso de desarrollo, rechazaron su preconcebida concepción idealista; analizando la vida real, vieron que no es el desarrollo del espíritu lo que explica el desarrollo de la naturaleza, sino, a la inversa, que el espíritu tiene su explicación en la naturaleza, en la materia. Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marx y Engels eran materialistas. Enfocando el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, vieron que, lo mismo que todos los fenómenos de la naturaleza tienen por base causas materiales, así también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el desarrollo de las fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Del desarrollo de las fuerzas productivas dependen las relaciones en que se colocan los hombres entre sí en el proceso de producción de los objetos indispensables para la satisfacción de las necesidades humanas. Y en dichas relaciones está la clave que permite explicar todos los fenómenos de a vida social, los anhelos del hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero vemos ahora también cómo este mismo desarrollo de las fuerzas productivas despoja de la propiedad a la mayoría de los hombres para concentrarla en manos de una insignificante minoría; destruye la propiedad, base del régimen social contemporáneo, y tiende al mismo fin que se han planteado los socialistas. Estos sólo deben comprender cuál es la fuerza social que por su situación en la sociedad contemporánea está interesada en la realización del socialismo e inculcar a esta fuerza la conciencia de sus intereses y de su misión histórica. Esta fuerza es el proletariado. Engels lo conoció en Inglaterra, en el centro de la industria inglesa, en Manchester, adonde se trasladó en 1842, como empleado de una firma comercial de la que su padre era uno de los accionistas. Allí Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la fábrica, sino que anduvo por los barrios inmundos en los que se albergaban los obreros y comprobó con sus propios ojos la miseria y las calamidades que los azotaban. No conformándose con sus propias observaciones, Engels leyó todo lo que se había escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance. Como resultado de sus observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya hemos señalado más arriba en qué consiste el mérito principal de Engels como autor de dicho libro. Es cierto que también con anterioridad a Engels -fueron muchos los que describieron los padecimientos del proletariado e indicaron la necesidad de ayudar a éste-, pero Engels fue el primero en afirmar que el proletariado no sólo constituye una clase que sufre, sino que precisamente la miserable situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva. Y el proletariado en lucha se ayudará a sí mismo. El movimiento político de la clase obrera llevará ineludiblemente a los trabajadores a la conciencia de que no les queda otra salida que el socialismo. Por otra parte el socialismo tan sólo se transformará en una fuerza cuando se convierta en el objetivo de la lucha política de la clase obrera. Estas son las ideas fundamentales de la obra de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, ideas aceptadas ahora por todo el proletariado que piensa y lucha, pero que entonces eran completamente nuevas. Estas ideas fueron expuestas en un libro escrito con amenidad, lleno de los cuadros más auténticos y patéticos en los que se mostraban las calamidades del proletariado inglés. Era un libro que constituía una terrible acusación contra el capitalismo y la burguesía. La impresión que produjo fue muy grande. En todas partes comenzaron a citar la obra de Engels como el cuadro que mejor representaba la situación del proletariado contemporáneo. Y en efecto, ni antes de 1845 ni después apareció una descripción tan brillante y veraz de las calamidades sufridas por la clase obrera.
Engels se hizo socialista estando ya en Inglaterra. En la ciudad de Manchester se puso en contacto con los militantes del movimiento obrero inglés existente en aquel entonces y empezó a colaborar en las publicaciones socialistas inglesas. En 1844, al pasar por París de regreso a Alemania, conoció a Marx, con quien ya mantenía correspondencia. Estando en París, Marx, bajo la influencia de los socialistas franceses y de la vida en Francia, también se hizo socialista. En la capital de Francia los dos amigos escribieron juntos su obra La sagrada familia o crítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx y que apareció un año antes de La situación de la clase obrera en Inglaterra, contiene las bases del socialismo revolucionario-materialista, cuyas ideas principales hemos expuesto más arriba. La sagrada familia es un nombre burlón dado a los filósofos hermanos Bauer y a sus secuaces. Estos señores predicaban una crítica que estaba por encima de toda realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda actuación práctica y sólo contemplaba “críticamente” el mundo circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado de masa carente de sentido crítico. Marx y Engels se enfrentaron enérgicamente con esta tendencia absurda y nociva. En nombre de la verdadera personalidad humana, la del obrero, pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, Marx y Engels exigían no la contemplación, sino la lucha por un orden social, mejor. Y veían, naturalmente, que la fuerza capaz de librar esta lucha, en la que estaba interesada, era el proletariado. Ya antes de la aparición de La sagrada familia, Engels había publicado en la revista Anales franco-alemanes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico sobre la economía política, en el que analizaba desde el punto de vista socialista los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia inevitable de la dominación de la propiedad privada. Su relación con Engels contribuyó sin duda a que Marx se decidiera a ocuparse del estudio de la economía política, ciencia en la que sus obras produjeron toda una revolución.
Desde 1845 a 1847 Engels vivió en Bruselas y en París, alternando los estudios científicos con las actividades prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades. Allí Engels y Marx se relacionaron con una asociación clandestina alemana, la “Liga de los Comunistas”, que les encargó que expusiesen los principios fundamentales del socialismo elaborado por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, que vio la luz en el año 1848. Este pequeño libro vale por tomos enteros: su espíritu da vida y movimiento, hasta hoy día, a todo el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado.
La revolución de 1848, que estalló primero en Francia y se extendió después a otros países de la Europa Occidental, permitió a Marx y Engels regresar a su patria. Allí, en la Prusia renana, asumieron la dirección de la Nueva Gaceta del Rin, periódico democrático que aparecía en la ciudad de Colonia. Los dos amigos constituían el alma de todas las tendencias democráticas revolucionarias de la Prusia renana. Ellos defendieron hasta la última posibilidad los intereses del pueblo y de la libertad contra las fuerzas reaccionarias. Como es sabido, las fuerzas reaccionarias vencieron, la Nueva Gaceta del Rin fue suspendida, y Marx, que mientras se hallaba en la emigración había sido privado de los derechos de súbdito prusiano, fue expulsado del país; en cuanto a Engels, después de participar en la insurrección armada del pueblo y combatir en tres batallas en pro de la libertad, huyó a Londres, a través de Suiza, una vez derrotados los insurgentes.
A Londres vino a establecerse también Marx. Engels no tardó en colocarse de nuevo en la misma casa de comercio de Manchester, de la que había sido empleado en la década de 1840, Y más tarde se hizo socio suyo, Hasta 1870, Engels vivió en Manchester y Marx, en Londres, lo que no fue óbice para que siguieran en el más íntimo contacto espiritual, manteniendo correspondencia casi a diario. En esta correspondencia los dos amigos intercambiaban sus ideas y conocimientos, continuando la elaboración en común de la doctrina del socialismo científico. En I870, Engels se trasladó a Londres y hasta 1883, año en que murió Marx, continuaron su vida intelectual conjunta, una vida llena de intensísimo trabajo. Su resultado fue, por parte de Marx, El Capital, la obra más grande sobre economía política de nuestro siglo, y, por parte de Engels, toda una serie de obras grandes y pequeñas. Marx trabajó en el análisis de los complejos fenómenos de la economía capitalista. Engels, en sus trabajos, escritos en un lenguaje muy ameno, muchas veces en forma de polémica, enfocó los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente en el sentido de la concepción materialista de la historia y de la doctrina económica de Marx. De estos trabajos de Engels citaremos: la obra polémica contra Dühring (en ella el autor analiza los problemas más importantes de la filosofía, de las ciencias naturales y de la sociología); El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso y editada en Petersburgo, 3a ed. de 1895); Ludwig Feuerbach (traducción al ruso y notas de J. Plejánov, Ginebra, 1892); un artículo sobre la política exterior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicado en Sotsial-Demokrat, núms. 1 y 2, en Ginebra), sus magníficos artículos sobre el problema de la vivienda y, finalmente, dos artículos, pequeños pero muy valiosos, sobre el desarrollo económico de Rusia (Federico Engels sobre Rusia, traducido al ruso por V. Zasúlich, Ginebra, 1894). Marx murió sin haber logrado dar definitivo remate a su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, esta obra estaba terminada en borrador, y Engels, después de la muerte de su amigo, emprendió la difícil tarea de redactar y editar los tomos segundo y tercero de El Capital. En 1885 editó el segundo y en 1894 el tercer tomo (el cuarto tomo ya no alcanzó a redactarlo). Estos dos tomos le exigieron muchísimo trabajo. El socialdemócrata austríaco Adler observó con razón que, con la edición del segundo y tercer tomos de El Capital, Engels erigió a su genial amigo un monumento majestuoso en el que, involuntariamente, había grabado también con trazos indelebles su propio nombre. En efecto, dichos tomos de El Capital son obra de ambos, de Marx y de Engels. Las leyendas de la antigüedad nos demuestran diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo tiene derecho a decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones mutuas superan a todas las emocionantes leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres. Engels siempre, y en general con toda justicia, se posponía a Marx. “Al lado de Marx -escribió en una ocasión a un viejo amigo suyo- me correspondió el papel de segundo violín”. Su cariño hacia Marx mientras éste vivió y su veneración a la memoria del amigo muerto fueron infinitos. Engels, el luchador austero y pensador profundo, era hombre de una gran ternura. Después del movimiento de 1848-49, Marx y Engels, en el exilio, no se dedicaron únicamente a la labor científica. Marx creó en 1864 la “Asociación Internacional de los Trabajadores”, que dirigió durante todo un decenio. También Engels participó activamente en sus tareas. La actividad de esta “Asociación Internacional” que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los países, tuvo una enorme importancia para el desarrollo del movimiento obrero. Pero, incluso después de haber sido disuelta dicha asociación, en la década de 1870, el papel de Marx y de Engels como unificadores de la clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su importancia como dirigentes espirituales del movimiento obrero seguía creciendo constantemente, porque el propio movimiento continuaba desarrollándose sin cesar. Después de la muerte de Marx, Engels, solo, siguió siendo el consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él acudían en busca de consejos y directivas tanto los socialistas alemanes, cuyas fuerzas, a pesar de las persecuciones gubernamentales, iban constante y rápidamente en aumento, como los representantes de países atrasados, por ejemplo, españoles, rumanos, rusos, que se veían en el trance de meditar y medir con toda cautela sus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y experiencias del viejo Engels.
Marx y Engels, que conocían la lengua rusa y leían libros en ruso, se interesaban vivamente por Rusia, seguían con simpatía el movimiento revolucionario de nuestro país y mantenían relaciones con revolucionarios rusos. Ambos eran ya demócratas antes de hacerse socialistas y tenían profundamente arraigado el sentimiento democrático de odio a la arbitrariedad política. Este sentimiento político innato, a la par que la profunda comprensión teórica del nexo existente entre la arbitrariedad política y la opresión económica, así como su riquísima experiencia de la vida, hicieron que Marx y Engels fueran extraordinariamente sensibles precisamente en el sentido político. Por lo mismo, la heroica lucha sostenida por un puñado de revolucionarios rusos contra el poderoso gobierno zarista halló en el corazón de estos dos revolucionarios probados la simpatía más viva. Y a la inversa, era natural que el intento de volver la espalda a la tarea inmediata y más importante de los socialistas rusos -la conquista de la libertad política-, en aras de supuestas ventajas económicas, les pareciese sospechoso e incluso fuese considerado por ellos como una traición a la gran causa de la revolución social. “La emancipación del proletariado debe ser obra del proletariado mismo”, nos enseñaron siempre Marx y Engels. Y para luchar por su emancipación económica, el proletariado debe conquistar ciertos derechos políticos. Además, Marx y Engels vieron con toda claridad que la revolución política en Rusia tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de la Europa Occidental. La Rusia autocrática ha sido siempre el baluarte de toda la reacción europea. La situación internacional extraordinariamente ventajosa en que colocó a Rusia la guerra de 1870, que sembró por largo tiempo la discordia entre Alemania y Francia, naturalmente, no hizo más que aumentar la importancia de la Rusia autocrática como fuerza reaccionaria. Únicamente una Rusia libre, que no tuviese necesidad de oprimir a los polacos, finlandeses, alemanes, armenios y otros pueblos pequeños, ni de azuzar continuamente una contra otra a Francia y Alemania, daría a la Europa contemporánea la posibilidad de respirar aliviada del peso de las guerras, debilitaría a todos los elementos reaccionarios de Europa y aumentaría las fuerzas de la clase obrera europea. Por lo mismo, Engels, teniendo también en cuenta los intereses del movimiento obrero del Occidente, abogó calurosamente por la implantación de la libertad política en Rusia. Los revolucionarios rusos han perdido en su persona al mejor de sus amigos.

¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del proletariado!